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Las fiestas de fin de año……..

27 Dic

 

 

 

 

 

 

 

Suelen generar sentimientos encontrados, por una parte  se cierra una etapa y se hace la evaluación de la misma, por otra una nueva comienza y en ella ponemos nuestros mejores augurios.

Son momentos de sentimientos ambiguos porque al iniciar una nueva etapa inevitablemente se pone en la balanza lo que se ha logrado y lo que no. Es frecuente que las personas se pongan metas que se expresan diciendo: «El año que viene voy a cambiar de trabajo, casarme, hacer un viaje, tener un bebé, estudiar, hacer un postgrado, ir al gimnasio o simplemente tener mas tiempo libre.»

¿Cómo hacer para que estos deseos se cumplan y no queden sólo en enunciados? Lo más importante es saber que el deseo sólo nos marca la meta, después la tarea consiste en comprometerse y trabajar para lograrlo. Sabemos que la realidad es compleja y que nuestra situación depende de factores que no podemos manejar. Por eso no es fácil persistir en el camino y seguir adelante a pesar de los obstáculos que se puedan presentar.

Además de las evaluaciones y los deseos para el año nuevo, fin de año es la época de los encuentros con nuestros familiares y amigos. La contratara del amor y la paz son las complicaciones que surgen a la hora de planear como, donde y con quien festejar. Las reuniones familiares ponen al descubierto conflictos latentes que aparecen cuando debemos resolver esas cuestiones. Por ejemplo, en el caso de padres separados, si estos no han logrado comprender de manera saludable el nuevo vínculo que ahora los junta de otra forma, los hijos deben elegir con cuál de los dos van a festejar.

Algunos deben decidir si van a festejar con la familia más cercana o la más extendida. Hay otros que deciden reunirse con amigos, incluso hay quienes deciden no festejar. Todas estas decisiones afectan a quienes nos rodean, y que pueden reaccionar de forma poco amigable cuando lo que resolvimos no coincide con su forma de pensar.

Es bueno pensar las fiestas como una oportunidad de practicar la aceptación y la tolerancia hacia quienes nos rodean, sabiendo que el mundo no está siempre cortado a medida de nuestros deseos. Las diferencias existen y no siempre los otros van a responder como nosotros queremos.

Las fiestas de Navidad y Año Nuevo son una gran oportunidad para preguntarnos cuál es el deseo que moviliza nuestras vidas. El deseo nos da la posibilidad de emprender nuevos caminos, de confiar en que nuestros proyectos pueden cumplirse. Esta actitud positiva ante la vida hace que la comunicación con nuestros semejantes sea más fluida y amorosa. Por eso es importante que las palabras, deseo, paz, amor y felicidad no sean sólo enunciados sino que podamos introducirlas en nuestra vida cotidiana.

Ps. Belén Balmaceda

La comunicación, el consenso y el respeto por los deseos del otro

18 Sep

Como Resultados de las Nuevas Relaciones entre Padres e Hijos

 
Nos vemos atravesados por cambios sociopolíticos y culturales que dan como resultado nuevas formas de vínculos entre padres e hijos.
Actualmente las familias tienen relaciones menos jerarquizadas que en el pasado, con normas de convivencia menos rígidas. Los hijos  buscan mayor autonomía  y en pos de su objetivo piden un tratamiento de igualdad por parte de sus padres.
La emergencia de un nuevo papel social de la mujer,  es uno de los principales cambios que se han producido en el seno de las familias. Este cambio hace caer  los fundamentos culturales del patriarcado para dar paso a una concepción igualitaria y consensual de las relaciones de la pareja parental.
La familia tradicional da paso a un nuevo tipo de familia en la que los proyectos individuales tienen que ser integrados en un proyecto de vida en común.
El término respeto (como delimitador de los márgenes de cuestionamiento de la autoridad de los padres), ha sido sustituido por “la confianza”, este hecho tiene como  consecuencia reducir la distancia entre las padres e hijos y facilitar la puesta en cuestión de las normas que regulan la convivencia. Este proceso se ha visto facilitado por la importancia que ha adquirido para los padres el tener unas buenas relaciones con sus hijos, dando mayor importancia a la dimensión afectiva, a su desarrollo psicológico y a mantener una buena comunicación, entendida ésta en términos de fluidez y confianza.
Para concluir, lo que hay que defender de las nuevas formas de relaciones entre padres e hijos es que dan lugar a la comunicación, el consenso y el respeto por los deseos de los distintos integrantes de la familia, puesto que lo que se busca desde la psicología es lograr en los padres un corrimiento del lugar de la añoranza del pasado y del lugar de queja que inmoviliza.

Psicóloga Belen Balmaceda